Tal vez, oh mar, mi voz ya esté cansada y le empiece a faltar aquella transparencia, aquel arranque igual al tuyo, aquello que era tan parecido a tu oleaje. Han pasado los años por mí, sus duras olas han mordido la piedra de mi vida, y al viento de este ocaso playero ya la miro doblándose en las húmedas arenas. Tú, no; tú sigues joven, con esa voz de siempre y esos ojos azules renovados que ven hundirse, insomnes, las edades. Rafael Alberti