Encuentro
Te conocí en la cima
de un íntimo silencio.
La flor de algún paisaje
se fue abriendo en tu boca.
de tu voz de celaje,
brotó la paz menuda
de tu alma remota.
Con rara unción, los cirios
del corazón prendieron
en lágrimas de oro
sus crisálidas rotas,
y fue un nacer de raros
cristales que enmudecieron
la solazul presencia
de una delicia ignota.
La flor desnuda, el mismo
perfume de tus ojos,
labró en frágil paciencia
esta emoción tan blanca.
Al alejarte, quedó
sin ilusión ni enojo,
con un sabor a cielo
prendido en la garganta.
Laura Gallego
Publicado em 30 de Dezembro de 2007