La primera palabra se anuncia en el silencio. Es un pliegue del aire, un resquicio del tiempo y no sabe si es agua, o pájaro o estrella, y si nombra, si llama, si se niega o espera. La sustancia del viento se resuelve en un signo: las farolas, el libro, la cuna, las estatuas. Y el mundo que se inventa de nuevo en la mañana para hacerse y rehacerse como ilusión de río. Hilandera de nubes en la arena impasible, se cierra la escritura como azul entramado. Los anillos de savia intentan un suspiro en los leños que arden en la tarde apacible. Las palabras se pierden en decires lejanos Y vuelve la tristeza que acumula artificios. Teresa Martín Taffarel