Cuando ella o él te dejen, no perdones, niégate a comprenderlo. Cultiva bien tu odio, nunca seas generoso en palabras o en olvido. Cuando ella o él te dejen, nunca digas adiós, o qué vamos a hacerle. Maldice cada letra de su nombre. Y júrale odio eterno mirándole a los ojos. Cuando ella o él te dejen, nunca creas ni justificaciones ni promesas y busca las palabras más hirientes el insulto más infame que conozcas. Cuando ella o él te dejen, nunca juegues a ser Rick perdido en Casablanca. Provoca llanto, dolor, remordimientos y que el adiós te corte igual que una cuchilla. Porque cuando ella o él te dejan, habrá alguien tarde o temprano esperando en otra esquina y volverán a gozar en otros brazos y dirán 'te amo'. Y 'ven, dámelo todo'. Y olvidarán. ¿Para qué, entonces, mentir? Que ella o él se lleven -aunque dure bien poco- nuestro odio igual que una bandera. Para siempre. Rodolfo Serrano