Epifania Soneto para la madrugada de un seis de Enero Abro el balcón de pronto. Está vacío. Un pájaro se escapa cielo arriba y en la baranda, entre la nieve viva, va desangrándose un clavel tardío. Buenos días, Invierno. Nada. Frío y nada. Y soledad. La luz, esquiva, juega a poner de acíbar mi saliva, sombría el alma, el corazón sombrío. De niebla, silenciosos, cruzan ellos y silenciosos cruzan sus camellos para no despertar a la alegría. Pero como les vi pasar, mañana habrá un niño asomado a la ventana de mis ojos, soñando todavía. Carlos Murciano --------