(gentileza de Amélia Pais) Con ternura, con paz, con inocencia, con una blanda tristeza o el cansancio que viene a ser un perro fiel que acariciamos, estoy sentado en mi sillón y soy feliz, y soy feliz porque no siento la necesidad de pensar algo preciso. Con una fatiga que no es un desengaño, con un gozo que no alienta esperanzas, estoy en mi sillón, y estoy en algo que quizás sólo es amor. Sé que floto y nada me parece sin embargo indiferente; sé que nada me alegra ni me duele y que sin embargo todo me enternece; sé que eso es el amor, o que quizá solamente es un dulce cansancio; sé que soy feliz porque no siento la necesidad de pensar algo preciso. Gabriel Celaya